Una de las fortalezas que tuvo esta rebelión ciudadana que terminó con la dictadura fue el aporte de profesionales de alto nivel, sagaces y con mucho oficio. Un ejército de ingenieros jóvenes y muy hábiles demostraron el fraude mucho antes que los expertos de la OEA. Periodistas a la cabeza de la presentadora Ximena Galarza que desafiaron la hegemonía comunicacional del régimen y lanzaron primicias liberadora, bombas noticiosas mucho más estridentes que la dinamita de los falsos mineros; una multitud de guerreros digitales ad honoren y al servicio de la libertad, que derrocharon creatividad, que nos colmaron de buen humor y que ayudaron a ridiculizar el colosal montaje del cocalero; abogados que hicieron gala de su cualidad jurídica y de su valentía que desafiaron a la justicia comprada y la tumbaron con argumentos irrefutables. Durante años, el Gobierno prohibió pensar, se ufanó de sus pobres neuronas y sus falsos títulos. Desechó el mérito y se rodeó de chupamedias. Otra vez venció el conocimiento.