La Federación de Campesinos de Santa Cruz se tomó en serio aquello de que otro MAS es el que está gobernando el país y seguramente entendieron que esta vez los iban a respetar, como alguna vez se dijo, que la gente del campo y los indígenas era la esencia del “proceso de cambio”, la columna vertebral de la revolución. Al poco tiempo de asumido el poder, se los ninguneó, se los reprimió, les invadieron su territorio sin consultar a nadie y hasta les cambiaron de nombre, pues ahora los llaman “interculturales”, un invento que se usó para incluir a los cocaleros, gente capitalista, exportadores de pura cepa y para quienes el medio ambiente es un estorbo.
Durante un congreso realizado recientemente, los campesinos en cuestión decidieron saldar cuentas con los que supuestamente traicionaron al régimen de Evo Morales y cuando estaban a punto de determinar su expulsión, llegó una orden de arriba indicando que se suspenda la reunión y les hicieron saber que ellos no tienen ningún asunto que abordar en el partido, donde las cosas parecen encaminarse de acuerdo a las directrices que se envían desde el Chapare.
Lo que parecía ser un asunto disimulado ya no lo es y así lo ha demostrado el ministro de Desarrollo Rural y Tierras, Wilson Cáceres quien dijo que se están cumpliendo las instrucciones del ex presidente Evo Morales en el nombramiento de los viceministros. La designación de hombres de confianza en la Procuraduría, en puestos que tienen que ver con la lucha contra el narcotráfico, en cargos relacionados con la justicia, además de los cambios en las Fuerzas Armadas y la Policía, son una prueba indiscutible de que aquel discurso de posesión de Luis Arce y las bellas palabras de David Choquehuanca, quien habló de que el poder debe fluir, fueron nada más que retórica.
El ex ministro Carlos Romero fue el encargado de dejar en claro cómo se manejará este gobierno y últimamente ha estado hablando como si le hubieran devuelto el puesto. Se refiere a listas de policías y militares que cooperaron el supuesto golpe de estado del año pasado, dice que tiene los nombres de los que financiaron las movilizaciones y, como para que no queden dudas de lo que se hará con los “rebeldes”, acaban de nombrar como jefe nacional de la Policía a uno de los oficiales que mayor influencia tuvo en el “caso Rózsa”, el mayor acto de terrorismo de estado que se ejecutó durante el régimen de Morales.
El que se enarboló con los bonitos discursos de campaña del MAS y el que pensó que una dictadura puede convertirse de la noche a la mañana en un nido de rosas, seguramente estará desilusionado, pero olvida que ni Bolivia puede librarse fácilmente del autoritarismo ni el MAS ha tenido nunca intenciones de hacerlo. El grave problema es que imponer mano dura cuesta mucho dinero y como sabemos, en la primera etapa, Evo Morales tenía plata de sobra. Hoy, ni siquiera desvalijando a todos los ricos del país puede alcanzar para ponerle camisa de fuerza a la democracia.
Acaban de nombrar como jefe nacional de la Policía a uno de los oficiales que mayor influencia tuvo en el “caso Rózsa”, el mayor acto de terrorismo de estado que se ejecutó durante el régimen de Morales.