Editorial/Opinión

Una policía cruceña


Una policía cruceña

La propuesta que más le ha incomodado al régimen de Luis Arce ha sido la creación de una guardia departamental, una policía cruceña, vamos a decir, que se encargue de la seguridad y la protección de los ciudadanos, dado que los actuales uniformados se encargan únicamente de salvaguardar los intereses del gobierno y han llegado a extremos intolerables cuando se trata de maltratar a los que pacíficamente exigen el respeto a la democracia y se manifiestan por la escalada autoritaria de la administración de Luis Arce.

Pese a que en los estatutos del departamento se contempla el aspecto de la seguridad ciudadana y se le delega a la gobernación responsabilidades importantes en este campo, las autoridades del MAS dicen que es inconstitucional lo aprobado en el reciente cabildo y que surge del inmenso malestar que ha causado en la población la actuación salvaje y brutal de los policías en los últimos meses.

No dudamos que los actuales comandantes tienen la orden del gobierno de golpear duro, exagerar en la represión y si es posible, tirar a matar, pues se está ejecutando un acto de escarmiento contra los cruceños y al mismo tiempo se pretende amedrentarlos para que dejen en paz a la dictadura y ya no sigan quejándose de los abusos, los avasallamientos, la hostilidad y los actos de humillación que permanentemente cometen contra el departamento y sus habitantes.

Santa Cruz es la región que más está sufriendo los embates de este estado policiaco que ha agudizado con tanto odio y resentimiento Luis Arce, que parece decidido a poner de rodillas a toda una población que no ha cometido otro delito más que defender los derechos de todos los bolivianos, luchar contra el fraude, la injusticia y exigirle al poder hegemónico que no aniquile el estado de derecho.

En este momento, los jueces, los fiscales y los policías son los “jinetes del apocalípsis”, sobre los cuales se asienta la gestión masista, cuyos ministros están dedicados a organizar grupos de choque para romperle la cabeza a garrotazos a cualquiera que salga a las calles a protestar contra lo que ya es una dictadura, con toda las letras. El colmo de todo es que los que reciben las armas, los uniformes, el sueldo y la plata para patrullar las calles luchar contra el crimen, se han convertido en los escoltas y protectores de los pandilleros que usan las autoridades para apalear a la gente.

Lo irónico es que tanto la alcaldía municipal como la gobernación de Santa Cruz ponen plata para que funcione la policía, le entregan vehículos, le pagan la gasolina y encima de eso están dedicados exclusivamente a darle con todo a este pueblo hospitalario que acoge a oficiales y policías que vienen de todo el país y que se pelean por ser destinados a esta región, pues ellos, al igual que muchos bolivianos, la pasan muy mal en sus lugares de origen. Santa Cruz tiene todo el derecho a protegerse, a defenderse y a buscar la manera de evitar que la sigan maltratando de manera tan sañuda.

Los jueces, los fiscales y los policías son los “jinetes del apocalípsis”, sobre los cuales se asienta la gestión masista, cuyos ministros están dedicados a organizar grupos de choque para romperle la cabeza a garrotazos a cualquiera que salga a las calles a protestar contra lo que ya es una dictadura, con toda las letras.