Se ha ido un soldado de la cultura, Peter Lewy, un librero incansable, intelectual, profesor universitario, cultor del sentido común y, sobre todo, hombre de bien. Fue uno de los impulsores de la Feria del Libro de Santa Cruz, que empezó con unas cuántas mesas y hoy es una de las muestras más importantes del país, la segunda en convocatoria después de la Expocruz, dedicada a la industria, el agro y el comercio. Su pasión por el libro impreso estaba bien fundamentada pues se trata del instrumento más importante de la transmisión del conocimiento, la herramienta insustituible de la educación, la “tecnología” que más ha influido en la historia de la humanidad, en su transformación y en su progreso. El libro le ha dado una excelente batalla al auge de la digitalización, ya que a 30 años de la irrupción de la web, del PDF, Wikipedia y las aplicaciones, el papel y la tinta siguen dominando el mercado y por eso es que el mundo sigue progresando, como lo hará pese los pronósticos apocalípticos que hacen los críticos de la Inteligencia Artificial. El legado de Peter Lewy es inmortal al igual que sus libros.