Editorial

Ultimátum y recordatorio


Ultimátum y recordatorio

Justo cuando Luis Arce llegaba de Argentina, donde tuvo que escuchar el reclamo de sus colegas de Chile y de Uruguay sobre el deterioro de la democracia en el continente y los intentos de impulsar los regímenes dictatoriales, se topa con una manifestación inédita en Bolivia, un cabildo nacional que unió a cientos de miles de personas en distintas ciudades del país que simultáneamente le pidieron que abandone la arremetida autoritaria y que cumpla la promesa que hizo de pacificar al país.

Por primera vez se vio a gente de varios departamentos, de procedencias diferentes, ideologías diversas y de una configuración social muy heterogénea, reunida bajo una misma consigna y plantear en forma de un ultimátum al presidente Arce, la necesidad de que deje de utilizar el estado para perseguir, encarcelar y destruir el estado de derecho y encamine su gobierno por la senda del respeto a los derechos humanos.

Se lo han dicho después de haber sumado casi 200 presos políticos y de haber metido a la cárcel al principal referente de la oposición en Bolivia, que además es una autoridad constitucionalmente elegida por el voto popular. La gente ha entendido que esa ha sido la gota que rebalsó el vaso, la señal de que absolutamente nadie está libre de las garras de la dictadura y que en cualquier momento puede correr la misma suerte el ciudadano que salga a defender sus derechos, su libertad o su propiedad.

En este momento está en curso una iniciativa ciudadana para impulsar un referéndum que sin duda alguna hará conocer el clamor popular existente para cambiar la justicia en Bolivia, para que deje de ser el instrumento de la vendetta y la persecución y para que no siga siendo la herramienta de la impunidad y el abuso de poder. Si Arce no escucha a la gente y desconoce sus decisiones, muy pronto también comenzará a cobrar fuerza la necesidad de quitarle el poder mediante un revocatorio, una medida absolutamente constitucional y legítima que está plasmada en las mismas normas que aprobó el MAS.

El presidente no debe tomarlo como una amenaza, sino como un recordatorio de lo que le ocurrió al cocalero Morales, que en el 2016 decidió hacer oídos sordos a la voluntad de la gente. Desconoció el voto de una consulta que él mismo había organizado y decidió “meterle nomás”. Arce no debe hacer lo mismo, no sólo porque puede correr la misma suerte, sino que para él las consecuencias serán mucho más duras, tomando en cuenta que no tiene la misma coraza que posee el cocalero, al que todavía lo aclaman y arropan en algunos círculos internacionales.

Luis Arce no debe olvidar que desde ese año, las grandes transformaciones, los cambios y el rumbo que ha tomado el país han sido producto de la expresión popular nacida en las calles, pues tenemos un régimen que se niega a cumplir las leyes, a respetar la constitución y aceptar los pactos con el pueblo que quiere vivir en paz. Ese pueblo movilizado ya dio cuenta y mandó a la jubilación nada menos que a Evo Morales y puede repetir la dosis tal como lo ha advertido claramente.

Luis Arce no debe olvidar que desde ese año, las grandes transformaciones, los cambios y el rumbo que ha tomado el país han sido producto de la expresión popular nacida en las calles, pues tenemos un régimen que se niega a cumplir las leyes, a respetar la constitución y aceptar los pactos con el pueblo que quiere vivir en paz. Ese pueblo movilizado ya dio cuenta y mandó a la jubilación nada menos que a Evo Morales y puede repetir la dosis tal como lo ha advertido claramente.