En teoría el único asesino de Wilma Flores Zurita es Marcelo Martínez, el hombre que la apuñaló salvajemente en las puertas de un supermercado de Santa Cruz. Pero a medida que se revelan los detalles de este macabro suceso, es fácil comprobar que el homicida tuvo muchos cómplices, que lamentablemente siguen actuando impunemente.
Si existiera un mínimo de justicia en este país, todos ellos deberían ser procesados y recibir una sanción ejemplarizadora, pues la negligencia, la desidia, la falta de profesionalismo y la indolencia de varios funcionarios públicos que reciben sueldo de los ciudadanos para proteger a personas como Wilma, fueron los verdaderos artífices de este crimen tan horrendo.
Todos fallaron y deberían responder por ello, así evitamos que siga engrosando la lista de mujeres maltratadas y asesinadas en el seno familiar. Así van a comenzar a funcionar todas esas leyes, todas esas oficinas, unidades y escuadrones que cuestan mucho dinero, pero que no sirven para maldita la cosa porque está fallando el factor humano, porque los policías, fiscales, jueces, forenses y una sarta de funcionarios de distintas instancias no dan la más mínima señal de interés por la vida de las personas. Lo único que les importa es continuar trabajando a favor de la persecución política, pues para ello actúan con agilidad y eficiencia, pese a que saben que están violando las leyes y actúan en contra de los derechos humanos. Una pizca de dignidad deberían tener.
Lo peor de todo es que hay autoridades que tratan de justificar la actuación de esos incapaces, buscan cómo sacarse el bulto de encima y no tienen mejor idea que culpar de todo a esa pobre mujer que vivía horrorizada por el acecho de su marido. Sueltan a un hombre que tenía todo el perfil de un asesino, pretendiendo que la mujer sea la que se procure protección. Hablan como si nuestra Policía fuera una institución muy atenta y servicial, que acude raudamente cada vez que hay alguien en peligro.
Si dejamos que todo esto continúe igual, la muerte seguirá visitando los hogares bolivianos, nuestro país continuará en las listas negras de aquellos que no valoran la vida y que hacen poco y nada para ayudar a los que sufren el maltrato entre cuatro paredes que destruye familias, que deja niños en la orfandad y que incentiva la pobreza.
Este triste episodio muestra que es necesario provocar un remezón en los actores directamente relacionados con los casos de violencia doméstica. No podemos seguir con gente tan insensible y escasamente preparada para responder a una realidad lacerante, cotidiana y frecuente en distintos círculos sociales. También es necesario educar a la comunidad, a los medios, pues es vergonzoso que todavía perduren prejuicios tan absurdos que impiden progresar en la erradicación de la violencia.
Este triste episodio muestra que es necesario provocar un remezón en los actores directamente relacionados con los casos de violencia doméstica. No podemos seguir con gente tan insensible y escasamente preparada para responder a una realidad lacerante, cotidiana y frecuente en distintos círculos sociales.