Editorial

Señales preocupantes en la economía


Señales preocupantes en la economía

En lugar de amenazar con meter presos a los que hablan de la situación económica del país y de cosas concretas e innegables que están ocurriendo en las calles, el gobierno de Luis Arce debería pensar en las señales que debe enviar a la opinión pública para calmar algunos ánimos que se han alterado, precisamente por mensajes altamente preocupantes surgidos desde el equipo que comanda las finanzas del estado, que de la boca para afuera dice que todo marcha sobre ruedas, pero sus acciones van por otro lado.

Fue el propio Luis Arce el que, al momento de asumir su cargo hace dos años dijo que estábamos cerca de una crisis parecida a la de 1982, que había que hacer austeridad, que había que cerrar las empresas estatales que eran una carga innecesaria para el estado y que había que poner al mando de las instituciones públicas a personas idóneas y altamente profesionales.

De un momento a otro cambió de discurso y sin cumplir ninguna de las promesas iniciales, en medio de una caída estrepitosa de los ingresos y sin poner en marcha ningún plan productivo serio, afirmó que Bolivia ya se había reactivado, que no había de qué preocuparse y que gracias a su magia habíamos alcanzado el sitial de la segunda mejor economía del mundo.

Todos sabemos que la bonanza de la que sigue hablando Luis Arce, de la que se considera su autor y que según él todavía se mantiene a viento en popa, terminó en el 2014 con el derrumbe del precio del gas, la declinación de la producción y la disminución de los mercados como resultado de la pérdida de credibilidad de la industria gasífera boliviana. De ahí en adelante, el MAS no ha hecho más que comerse las reservas y en los últimos meses simplemente ha estado “raspando la olla”, como bien dicen los especialistas.

Ni siquiera el régimen con su impresionante despliegue propagandístico puede evitar que todos se den cuenta que en este momento las autoridades económicas andan en una desesperada búsqueda de hasta el último centavo de dólar para pagar la importación de combustibles, para cumplir con los pagos de la deuda externa y otras obligaciones contraídas por el modelo derrochador e irracional que ha conducido Arce desde 2006.

La economía no es una ciencia exacta y se parece más a la psicología que a la matemática. En ese sentido, hasta un aprendiz de esta ciencia sabe que las percepciones son esenciales para mantener la confianza de los actores del mercado. Así es que si el gobierno espera que se acaben los rumores, que la gente deje de especular y que lleve una vida normal, haciendo sus compras habituales y encarando sus negocios con tranquilidad, sólo tienen que dar las señales correctas, mostrar que existe un trabajo serio para reducir el déficit fiscal, que hay un plan para incrementar la producción que los privados tienen todas las garantías para trabajar y producir.

Si además de andar escarbando en todos los rincones en busca de dólares y lanzando medidas restrictivas en el mercado de divisas, el gobierno continúa derrochando a manos llenas, aumentando el gasto público y alimentando religiosamente los elefantes blancos, la ciudadanía no tiene otra opción que pensar lo peor y buscar cómo resguardarse.

Si además de andar escarbando en todos los rincones en busca de dólares y lanzando medidas restrictivas en el mercado de divisas, el gobierno continúa derrochando a manos llenas, aumentando el gasto público y alimentando religiosamente los elefantes blancos, la ciudadanía no tiene otra opción que pensar lo peor y buscar cómo resguardarse.