La presidenta Jeanine Añez ha hecho un anuncio que muchos bolivianos estábamos esperando. Luego de varios años de presión desde distintos frentes, el Gobierno destinará este año, el 10 por ciento del presupuesto al sector salud.
La mandataria dijo que se han hecho ajustes y, con algunos recortes en otros sectores, alcanzará para consolidar una cifra que se volvió el símbolo de una lucha que tuvo a los médicos , a los trabajadores de los hospitales y a los pacientes como punta de lanza de una reivindicación muy justa y esperada.
El gobierno del cocalero prófugo ignoró durante los últimos 14 años las demandas de atención y además de malgastar el dinero del área en médicos cubanos que se dedicaban a adoctrinar a la gente, tiró al aire más de cuatro mil millones de dólares en propaganda. Con ahorrar toda esa enormidad de dinero, no hay duda que alcanzará para transformar los servicios en todo el territorio nacional.
Lo importante es que ese diez por ciento tenga un impacto transformador en el país. Se puede invertir más, pero también es posible invertir mal, como ha ocurrido en el campo educativo, donde se ha producido un incremento, pero la calidad no ha mejorado y nuestros estudiantes siguen igual o peor que antes.
El primer desafío que hay que lograr es transformar la visión ciudadana de la salud. La gente no se cuida, no le da valor a la prevención y muy pocos creen que el buen estado del cuerpo y de la mente es el principal activo que tenemos. Si no lo cuidamos, lo demás no sirve para nada. Concretamente, la población no se vacuna, no acude a los controles que se debe hacer en el embarazo o en los primeros meses de vida de un bebé. Acuden a los centros médicos cuando las enfermedades están muy avanzadas y todavía es grande la población que primero recurre a curanderos y adivinos, antes de dirigirse a un centro sanitario.
Eso se logra con educación y también con la promoción de nuevos hábitos, especialmente de alimentación y de higiene. Los principales problemas de los bolivianos no se arreglan con más hospitales ni con más médicos o enfermeras, sino con un adecuado combate a las bacterias, es decir, con agua y jabón. Obviamente, eso quiere decir mejores servicios básicos, ampliación de la red de agua potable y también de alcantarillado, el déficit más grande que tiene el país.
El otro reto es el enfoque preventivo. Si vamos a trabajar por la salud, no hagamos a la inversa, es decir, no nos concentremos sólo en la enfermedad. No puede ser que tras años de lucha, la gente siga dándole la espalda a las campañas contra el dengue. Hay algo que está fallando y debe ser remediado, para no seguir tirando el dinero en planes de emergencia.
Cuidado con que ese diez por ciento se gaste en más y más infraestructura ociosa, donde no hay equipamiento necesario ni el personal suficiente para atender las necesidades. La calidad no siempre es cantidad, sino planificación y coordinación en el manejo de un aspecto tan complejo.
Cuidado con que ese diez por ciento se gaste en más y más infraestructura ociosa, donde no hay equipamiento necesario ni el personal suficiente para atender las necesidades. La calidad no siempre es cantidad, sino planificación y coordinación en el manejo de un aspecto tan complejo.