Respetable ejemplo de coherencia


En la historia existen personas que aunque pasen siglos seguirán inspirando respeto y admiración por su coherencia en cada acto de su vida. Uno de esos grandes personajes es el abogado Robert H. Jackson, un profesional que adoptó como sentido de su existencia contribuir a la construcción de un mundo donde prevalezcan los principios universales de igualdad, equidad y justicia, y lo demostró cuando tuvo la oportunidad de elegir entre ganarse ovaciones de una gran parte de la humanidad lastimada por los horrores del holocausto y el comprensible sentimiento de rencor y deseo de venganza haciendo con los autores, lo mismo que estos hicieron con los millones de víctimas de sus delirantes creencias de superioridad racial, o actuar de acuerdo con sus convicciones de respeto a los principios, valores y derechos reconocidos a todos los seres humanos.

En una visita al museo en Nüremberg (Alemania) pude informarme sobre el importante y decisivo rol que jugó el abogado Robert H. Jackson, designado como el Fiscal Principal de los Estados Unidos ante el Tribunal Militar Internacional encargado de juzgar a los autores de los crímenes del nazismo.

Este abogado, que hasta entonces ocupaba el importante cargo de Juez de la Suprema Corte de su país, fue parte de la redacción de la Carta de Londres del Tribunal Militar de Nüremberg aprobada el 8 de agosto de 1945 por las potencias aliadas representadas por los gobiernos de Estados Unidos de América, el Gobierno Provisional de la República Francesa, el del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y el de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, así como del Estatuto del Tribunal Militar de Nüremberg; documentos que serían la base legal en el juicio. Para solventar la acusación contra los líderes de las S.S como autores de crímenes de guerra,  el fiscal Jackson, junto a un equipo de jóvenes abogados, se dio a la tarea de revisar millones de archivos acumulados por el sistema nazi, recibir testimonios de las víctimas e identificar testigos y fundamentar en derecho, respetando las reglas del debido proceso y velando porque los acusados cuenten con la asistencia de defensores de su preferencia e intérpretes. No obstante la apabullante prueba acumulada, en sus exposiciones fue respetuoso de los derechos, garantías y dignidad de los procesados. De esta manera se logró que se dicten las primeras sentencias condenatorias contra autores materiales e intelectuales de los graves crímenes contra la humanidad cometidos por el nazismo. Se buscó justicia, no venganza. Un respetable ejemplo de coherencia digno de ser seguido.