El Papa Francisco ha comparado a la dictadura nicaragüense con los regímenes de Hitler o de Stalin, la representación más cruel de los extremos políticos que causaron decenas de millones de muertos. Tal vez exagera un poco, pero es bueno que lo diga, aunque Daniel Ortega ya lleva gobernando su país con mano dura desde hace 16 años y hasta ahora nadie había hecho una advertencia de esas dimensiones. Ni siquiera lo hicieron con la tiranía castrista de más de 60 años o la autocracia venezolana que conduce Nicolás Maduro y que empezó a finales de los años 90. Es la primera vez que alguien de semejante jerarquía se expresa de esa manera, aunque hay que aclarar que el genocida alemán también gozó de esa ventaja, al igual que todos los líder comunistas que acumularon más de 150 millones de muertos y todavía siguen teniendo fama de grandes libertadores. Pasó mucho tiempo y muchas tropelías hasta que los europeos se atrevieron a ponerle nombre a lo que estaba haciendo Hitler y advertir del grave peligro que representaba. Los bolivianos no tenemos esperanzas de llamar la atención sobre lo que hace la dictadura masista, pues al parecer existe algún tipo de tope en cantidad de muertos o quién sabe, que todavía no hemos alcanzado.