Constantemente se escucha el estribillo de que Santa Cruz es el líder económico de Bolivia, pero todavía queda por alcanzar el liderazgo político. Es posible que los cruceños jamás consigan el poder nacional y no habría porqué desanimarse. Estamos tan mal en ese asunto que tal vez no encontremos en esta tierra quién quiera desempeñar el triste papel que está cumpliendo Luis Arce y tampoco habrá muchos voluntarios para convertir al país en un reino del crimen, objetivo que mueve al cocalero. Ese no es el modelo que tenemos en mente cuando hablamos de forjar una nación próspera y la mejor prueba es la región que se ha logrado en las últimas décadas, muy aparte del perfil de país que han creado los andinocentristas.
En realidad, hace más de 70 años que Santa Cruz es el líder nacional, desde que Bolivia se volvió un país inviable. Lógicamente hablamos del fracaso del país extractivista y monoproductor que ha experimentado constantes episodios de crisis y que ha expulsado a millones de personas desde los centros mineros.
La otra Bolivia, la que vive de la política, la nación “sindicatera”, la de los movimientos sociales, la que bloquea, avasalla y ejerce una férrea dictadura en las comunidades rurales, hizo huir a otra gran masa de campesinos y todos ellos se dirigieron especialmente a Santa Cruz, el único lugar del país donde no existen las restricciones que imponen desde hace mucho los tiranuelos que se hacen llamar dirigentes sindicales y que son precisamente los que hoy están terminando de destruir a esa Bolivia que gobiernan a sus anchas.
El MAS no sólo intensificó la expulsión de compatriotas de los valles y del altiplano donde hoy impera la ley del contrabando, el narcotráfico y los autos chutos, sino que también diversificó la onda expansiva hacia las clases medias y medias altas que se han visto obligadas a venirse a Santa Cruz en busca de las opciones que perdieron en medio de la politiquería que no los deja trabajar y les impide invertir.
Todos se preguntan si en Santa Cruz hay un modelo de desarrollo y la verdad es que no lo hay, salvo la vigencia de la libertad, la propiedad y la apertura, tres pilares indispensables de la prosperidad. Esas son precisamente las claves de los países que son los líderes mundiales y la ausencia de ellos explica el fracaso o el retroceso de otras naciones.
Para poder alcanzar sus objetivos, el MAS deberá primero destruir a Santa Cruz, prenderle fuego a todo, como hizo un emperador romano en la antiguedad o como lo hizo Chávez con Venezuela. Algunos creen que esa hipótesis es imposible, pero no habría que descartarla. Las catástrofes no duran para siempre y en todos aquellos lugares que alguna vez fueron arrasados por alguna peste, el sol salió de nuevo, los prados reverdecieron y la vida volvió a renacer y no cabe duda que la nueva Bolivia renacerá en el oriente.
Todos se preguntan si en Santa Cruz hay un modelo de desarrollo y la verdad es que no lo hay, salvo la vigencia de la libertad, la propiedad y la apertura, tres pilares indispensables de la prosperidad. Esas son precisamente las claves de los países que son los líderes mundiales y la ausencia de ellos explica el fracaso o el retroceso de otras naciones.