La unidad de las fuerzas democráticas


Una de las determinaciones del multitudinario cabildo nacional ha sido pedir a los líderes de las fuerzas democráticas a buscar la unidad para enfrentar y ganar al MAS en la próxima contienda electoral. El presidente cívico Rómulo Calvo reconoció que la división en la oposición constituye una debilidad institucional que tiene que superarse para poder competir (con cierta igualdad de condiciones) con el oficialismo. Todas las otras demandas solo pueden hacerse realidad en la medida en que haya unidad de las fuerzas democráticas. Nunca más oportuno el slogan: nos unimos o nos hundimos.  

El MAS ha ganado varias elecciones no por ser precisamente el partido más grande de la historia política boliviana, sino por los fraudes consumados y porque la oposición no ha tenido la capacidad de crear un solo bloque de unidad y enfrentar al gobierno. Hay quienes sostienen que el MAS no es un partido político, sino un conglomerado de movimientos sociales.

La unidad de las fuerzas democráticas debe convertirse en un partido político o movimiento general, con una estructura y militancia a nivel nacional, que encarne los valores y principios democráticos, con una ideología liberal, y abierta que permita arropar a la mayoría de la población boliviana que no se siente representada ni comparte los ideales del partido azul.

El bloque de unidad debe tener y presentar su visión de país, su visión de desarrollo, sus propuestas de políticas públicas de Estado y sus objetivos de mediano y largo plazo para la vida política. El programa de gobierno debe ser un compromiso nacional, que describa los objetivos a ser alcanzados en el periodo de mandato y según las competencias que corresponda.

En la medida en que un partido político o alianza logra consolidarse, acaba creando una determinada cultura o subcultura política, un código ideológico y un pensamiento político propio. Los partidos elaboran y defienden (a veces de generación en generación) un modo de pensar, unos valores, y una forma de actuar, un determinado comportamiento en la arena política. Los cuadros partidarios deben estar preparados para enfrentar a la refundación (continua) del sistema democrático, en la medida en que se instalan nuevos mecanismos y arreglos institucionales, renovadas dinámicas de desempeño y de afirmación de las identidades políticas, así como nuevos escenarios territoriales por donde fluye la política y, en su caso, la oposición política.

La Constitución establece que el Tribunal Supremo Electoral es el responsable de organizar, administrar y ejecutar los procesos electorales y proclamar sus resultados, incluyendo el proceso eleccionario de las primarias en los partidos políticos y alianzas que lleguen a conformarse y empadronarse. También prevé que la elección interna de las dirigentes y los dirigentes y de las candidatas y los candidatos de las agrupaciones ciudadanas y de los partidos políticos, serán reguladas y fiscalizadas por el Órgano Electoral Plurinacional, que garantizará la igual participación de hombres y mujeres (artículos 26 y 210).

Y la pregunta del millón, ¿cómo elegir al binomio que pudiera liderizar al nuevo “maravilloso instrumento” para conquistar el poder? La Ley de Organizaciones Políticas sólo reconoce las elecciones primarias “cerradas”, que deben llevarse a cabo con todas las y los militantes de los partidos políticos y las alianzas registradas en el padrón electoral. Esta normativa debió reconocer igualmente las elecciones primarias “abiertas”, de modo que en el proceso eleccionario puedan intervenir no sólo los militantes sino también los ciudadanos sin partidos. Estas elecciones abiertas parecen imprescindibles para elegir (esta vez) a un solo binomio presidencial entre todos las fuerzas y partidos opositores, de manera que se tenga un solo bloque de unidad capaz de competir y ganar al oficialismo.

Los lideres de las fuerzas democráticas deben hacer todos los esfuerzos que sean necesarios y, sobre todo, despojarse de sus egos y de considerarse “presidenciables” para facilitar la conformación de un solo bloque de unidad. Ellos tienen que demostrar que son realmente demócratas, que tienen vocación de servicios y que por encima de sus ambiciones personales están los intereses nacionales. Tienen una oportunidad excepcional de poder reivindicarse con las legítimas aspiraciones populares, y demostrar que primero está Bolivia y los bolivianos y después sus intereses personales.

                                                     *Jurista y autor de varios libros.