La policía boliviana le ha estado dando excelentes “pruebas de amor” a Luis Arce en los últimos meses. Se ha convertido en uno de los pilares más importantes de la persecución polìtica, ha reprimido sin piedad a los odiados cruceños y se ha convertido en el protector ideal de todas las tropelías del régimen, que incluye escoltar a los grupos de choque que salen a las calles a apalear opositores y por supuesto, resguardar celosamente los negocios ilegales del estado plurinacional, entre ellos, el contrabando, el narcotráfico, el avasallamiento de tierras y la explotación ilegal de los recursos naturales a manos de mafias locales y extranjeras.
Esta “lealtad” policial se acentuó desde que sacaron del cargo hace siete meses al comandante Johnny Aguilera a quien sindicaban de ser una ficha del cocalero Morales.Pero está claro que Luis Arce no está conforme con el desempeño de sus generales, por eso es que acaba de hacer un nuevo cambio en el alto mando, que curiosamente llega días después de que el ex presidente confesó que suele reunirse en privado con jerarcas de la policía y de las fuerzas armadas, algo que ha sido interpretado como un intento sistemático por desestabilizar al gobierno actual.
Al momento de posesionar al nuevo comandante, tanto el presidente como el ministro de gobierno han informado que más de 200 policías han sido dados de baja, entre ellos 50 uniformados que están bajo proceso interno por el motìn de 2019 originado en el rechazo de los uniformados a salir a reprimir a los ciudadanos que repudiaban el fraude. Aquello provocó el pánico del cocalero, que se vio obligado a renunciar y huir del país.
Obviamente, Luis Arce tiene miedo, no sólo a las fuerzas democráticas del paìs, sino también a las protestas que se pueden desencadenar por la crítica situación económica que está dejando las arcas vacías, sin lo suficiente para calmar los ánimos (con plata, por supuesto) de los movimientos sociales que cobran muy caro para aparecer en la foto con todos sus atuendos junto al presidente.
Cómo será el temor que siente Arce por el futuro cercano, que han anunciado que continuará la purga en la policía y estamos seguros que no se trata de sólo de eliminar a los efectivos que están vinculados al golpe, pues tendría que eliminar a todos los policías del país, sino a la desconfianza que le producen los uniformados respecto a las tormentas que se avecinan, incluyendo, naturalmente, el “huracán” llamado Evo Morales, que está dispuesto a hacerle la vida a cuadritos a su pupilo, con quien ya está en competencia para las elecciones de 2025. Serán dos años muy duros y el ex ministro de economía necesita gente que esté dispuesta a todo.
Las más preocupadas por esta policía a la medida del MAS son, lógicamente, las fuerzas opositoras, que enfrentarán días muy duros, muy parecidos a los que están viviendo los defensores de la democracia en Nicaragua, donde están aplicando una verdadera purga stalinista.