LLos cruceños deberíamos estar agradecimos porque al menos ahora, el Estado boliviano nos permite participar y votar, aunque todavía se nos quiera cercenar el derecho a elegir. La historia registra numerosas ocasiones en las que los gobiernos con sede en Sucre y posteriormente en La Paz, tomaron decisiones importantes, sin consultarles a los representantes de Santa Cruz, por considerar que sus puntos de vista eran intrascendentes. Así fue que nuestro país fue a la guerra con Chile, evento que provocó la herida más profunda de nuestra existencia y posteriormente negoció un tratado de paz con el invasor, que sepultó para siempre nuestras aspiraciones de recuperar el mar.
Resulta curioso que tras una larguísima cadena de errores cometidos por las élites andinocentristas que han gobernado Bolivia desde su nacimiento (en los que Santa Cruz no tuvo ni voz ni voto), hoy se pretenda hacer creer que en estas tierras alberga el peligro de condenar al país a un futuro oscuro de dictadura, abuso y opresión. Por cierto, hablar de equivocaciones no es lo más ajustado, pues el destino de postración que arrastramos y esa eterna postergación de la que no podemos salir, ha sido el resultado de una sistemática política entreguista y cipaya que ha caracterizado a nuestros gobernantes del ande, mientras que desde las llanuras siempre hemos insistido en la consolidación de un país basado en la integración, en el trabajo, la libertad y la producción. La respuesta siempre ha sido fatal, desde las acusaciones de “separatistas”, hasta las invasiones armadas y el terrorismo de estado. El caso Rózsa fue el más reciente oprobio cometido por el centralismo contra nuestra región.
Santa Cruz jamás votó por ninguno de los populistas que ha gobernado este país y que tanto daño nos han causado a todos. Esta región siempre ha sido el foco de resistencia de los gobernantes que pretendieron llevar a la nación por la senda del pernicioso socialismo. En la época contemporánea fue la piedra en el zapato de Juan José Torres, de la UDP y obviamente, perforó constantemente el proyecto totalitario de Evo Morales, quien jamás pudo conquistar este territorio, ni siquiera con el uso de la persecución, el hostigamiento o el soborno de muchos de los líderes que traicionaron el sentir de la gente.
Los que han estado poniendo en duda los valores de los cruceños, los que creen que Santa Cruz se equivoca o que quiere desmarcarse de los intereses nacionales y democráticos, deberían revisar la historia, la trayectoria que ha mostrado Santa Cruz en la construcción de un país distinto, moderno y libre. Los cruceños se juegan por un líder, pero más que eso, unen fuerzas en torno a un ideal que seguirá vivo cuando Evo Morales no sea más que un mal recuerdo, un derrotado más de los tantos que han intentado destruirnos.
Los que han estado poniendo en duda los valores de los cruceños, los que creen que Santa Cruz se equivoca o que quiere desmarcarse de los intereses nacionales y democráticos, deberían revisar la historia, la trayectoria que ha mostrado Santa Cruz en la construcción de un país distinto, moderno y libre.