Editorial/Opinión

El sueño de la paz mundial


El sueño de la paz mundial

La reciente decisión de la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya de emitir la orden de arresto del dictador ruso Vladimir Putin, puede marcar un hito en la historia de la humanidad, tal como ocurriò con las medidas que se tomaron después de la Segunda Guerra Mundial, como la formación de la ONU, la declaración universal de los derechos humanos, la creación de la OTAN y toda una serie de mecanismos legales, militares e institucionales con el fin de asegurar la paz mundial y que jamás vuelva a ocurrir un evento tan calamitoso como el que se produjo entre 1939 y 1945 por obra y gracia de un psicópata que quiso imitar a Alejandro Magno, a Julio César, Gengis Khan o Napoleón, con un saldo de alrededor de 100 millones de muertos.

Nadie puede dudar de la eficacia que han tenido esas decisiones, hemos vivido un largo periodo de relativa tranquilidad, hasta que un individuo con las mismas aspiraciones de los conquistadores de la antigüedad, irrumpió en el escenario mundial con una guerra que podría convertirse en una calamidad de proporciones globales y prolongarse por un largo tiempo, como la guerra de Siria, que ya lleva doce años con un saldo de 600 mil muertos y 12 millones de desplazados.

El denominador común de quienes atentan contra la paz siguen siendo los regímenes totalitarios, los país gobernados por dictadores sin control, las naciones que le han dado la espalda a la democracia y que se rigen de acuerdo a sus caprichos, se dejan llevar por ideologìas muertas y fracasadas y en muchas ocasiones, impulsados por organizaciones criminales que se han vuelto importantes actores polìticos en el mundo. Pero detrás de todos estos fenómenos, el problema de fondo es la falta de democracia y el irrespeto a la justicia y el estado de derecho.

Lamentablemente, màs de la mitad de la poblaciòn mundial todavìa vive bajo el dominio de gobiernos autoritarios, democracias hìbridas y en muchos casos, falsas democracias, como ocurre en varias naciones de América Latina, incluyendo a Bolivia, uno de los pocos que precisamente apoya la invasión de Ucrania y que se enorgullece de los crímenes que está cometiendo el tirano.

Apenas un puñado de países, entre los que se encuentran Suiza, Noruega, Suecia, Bélgica, Paìses Bajos y unos cuantos más, han alcanzado alta calidad en sus democracias y en América Latina, apenas tres, Costa Rica, Chile y Uruguay se consideran aceptables. En esta parte no cabe duda que la ONU y todos sus mecanismos han fallado, no sólo por omisión, sino también por acción, pues desde hace mucho se viene denunciando la enorme predilección que tienen los izquierdistas representantes de este organismo por regímenes que violan constantemente los derechos humanos, bastardean la justicia, corrompen las instituciones democráticas y fraguan todos los días los sistemas electorales.

La sanción a Putin es histórica porque es la primera vez que se aplica al líder de uno de los miembros del consejo de seguridad de la ONU y que debería ser uno de los garantes de la paz mundial. La CPI es parte del sistema de Naciones Unidas y actúa con esa drasticidad porque de permitir que Rusia se salga con la suya, el mundo habrá perdido su norte.