Editorial/Opinión

El dengue y la falta de previsión


El dengue y la falta de previsión

Todos los años llueve y sabemos perfectamente cuál es la época de mayor intensidad. Todos los años proliferan los mosquitos y conocemos exactamente cuáles son los factores que inciden en el aumento de la población de insectos. Todos los años hay brotes de dengue, sucede así desde hace 50 años en Santa Cruz. Son conclusiones tan elementales, tan básicas, pero ni siquiera esas previsiones son capaces de encarar nuestras autoridades.

Y obviamente, cuando llegamos a niveles históricos de contagiados, cuando los hospitales están saturados de enfermos y cuando el número de fallecidos tiende a crecer, no tenemos duda que estamos en manos de administradores públicos que han descuidado por completo sus obligaciones.

La ciudad está llena de maleza y basurales, plazas públicas amontadas que son el hábitat preferido de los mosquitos. Cómo puede no producirse una epidemia de grandes dimensiones en estas circunstancias y en todo caso debemos celebrar que la gente parece tener anticuerpos de sobra, el “cuero muy grueso”, pues hay condiciones ideales para que la situación sanitaria explosione con consecuencias nefastas. Parece mentira que estemos saliendo de una emergencia tan dolorosa como la que nos causó el Covid y que todavía no hubiéramos aprendido lecciones tan primordiales. 

Lo que ocurre es que nos está pasando una factura muy costosa el hecho de tener autoridades concentradas únicamente en los afanes perversos de la política, pues las instituciones que deberían velar por la salud, la limpieza de la ciudad, el orden y la organización, están pendientes hoy de organizar grupos de choque, de favorecer al centralismo con los medios y la logística para golpear sin piedad a los ciudadanos cruceños y alentar iniciativas destructoras de esta región productiva que viene siendo hostigada desde distintos frentes. ¿O es que también se le ha ocurrido la macabra idea de combatirla con una guerra biológica? Suena descabellado decirlo, pero tanta desidia nos hace pensar que lo hacen a propósito.

No se puede pensar otra cosa. Hace un mes que estamos en problemas y se ha hecho muy poco. En los paseos públicos sigue creciendo la hierba y con la lluvia que no cesa, la situación requiere una atención permanente. Acaba de lanzarse una campaña a gran escala que debió haberse planificado al inicio de la epidemia. Estamos por empezar el año escolar y las escuelas no están listas para evitar que se vuelvan un foco de contagio. Se pide la ampliación de las vacaciones como la gran solución, recurriendo nuevamente a sacrificar la educación y especialmente a los niños, que sin duda alguna necesitan formarse no sólo para progresar en la vida, sino para tomar mejores decisiones en el futuro, como por ejemplo, elegir autoridades más decentes.

Lo que ocurre es que nos está pasando una factura muy costosa el hecho de tener autoridades concentradas únicamente en los afanes perversos de la política, pues las instituciones que deberían velar por la salud, la limpieza de la ciudad, el orden y la organización, están pendientes hoy de organizar grupos de choque, de favorecer al centralismo con los medios y la logística para golpear sin piedad a los ciudadanos cruceños y alentar iniciativas destructoras de esta región productiva que viene siendo hostigada desde distintos frentes.