La reina Isabel II de Inglaterra pasará a la historia como una de las monarcas más sobresalientes de la historia, pese a que ella misma reconoció su escasa preparación. A Isabel, la corona le llegó de rebote, luego de la abdicación de su tío, Eduardo VIII y la prematura muerte de su padre, Jorge VI. Ella fue educada para ser una abnegada ama de casa, mejor preparada para los actos protocolares que para llevar adelante las riendas de un imperio. Afortunadamente tuvo a su lado a líderes de la talla de Winston Churchill y Margaret Thatcher que fueron sus maestros, tarea que también cumplió su esposo, Felipe de Edimburgo, un apasionado de la ciencia, un constante innovador y un incansable trabajador por lograr que la realeza se modernice y se inserte con signos renovados al Siglo XXI. En cualquier régimen político es necesario ese equilibrio. En Bolivia todavía estamos esperando que quienes tenían fama de sabihondos demuestren que saben algo, aunque sea sumar y restar.