Finalmente el alcalde Johnny Fernández terminó por admitir que se ha estado dedicando a cualquier otra cosa menos a trabajar por la ciudad y culpó de su inacción a la gestión anterior y a los 36 días de paro cívico de finales de 2022, un año y medio después de haber asumido la conducción del municipio.
En resumidas cuentas y con dos años de retraso, se comprometió a empezar su trabajo, pero ¡Oh, sorpresa!, lo primero que hace después de hacer esa insólita confesión es anunciar un viaje al exterior de nueve días, “por motivos personales”. De hecho, su intención era ausentarse hace un mes, cuando los cruceños vivían el peor momento de la epidemia del dengue, con niños muriendo en los hospitales por falta de insumos, los médicos en las calles exigiendo mejores condiciones de trabajo y la ciudad convertida en un solo monte, el mejor ambiente para la proliferación de los mosquitos asesinos.
Fernández dice que en dos años no se puso manos a la obra pero muchos de sus colaboradores sí alargaron sus uñas. La prueba es la gran cantidad de hechos irregulares, escándalos de corrupción, sobreprecios, extorsión a funcionarios, contratos lesivos a los intereses de la ciudad y un largo etcétera que no hace más que confirmar que la gestión actual ha sido diseñada para perpetrar el saqueo más alevoso que se haya visto en la alcaldía. En el pasado la gente solía decir, “roban pero al menos hacen algo” pero en este momento parece haber dedicación exclusiva, además, por supuesto de apoyar las tareas delincuenciales que practica el MAS cada vez que quiere atacar a Santa Cruz.
Precisamente habría que preguntarle al alcalde si su propósito es justamente destruir la ciudad y en ese caso hay que felicitarlo, porque lo está haciendo maravillosamente. A lo mejor esa es la tarea que le ha encomendado el gobierno central, que está abocado en aniquilar la economía cruceña, bombardear su modelo basado en la libertad y la propiedad y desterrar el estilo de vida para sustituirlo por
una cultura basada en el odio, la xenofobia y el rechazo a la modernidad y la globalización, salvo cuando se trata de cárteles internacionales de la droga, con los que Bolivia está perfectamente integrado.
Johnny Fernández es el mejor “caballo de troya” que tiene el gobierno de Luis Arce y su accionar es peligroso para los vecinos, pues está demostrado que este personaje no le tiene la menor estima a la ciudad. Así como ha contribuido a empeorar la epidemia del dengue y sus omisiones han provocado numerosas muertes, no le preocupa el deterioro de la infraestructura y estamos expuestos a las inundaciones, el estado de las calles empeora el tráfico, el centro de la ciudad se vuelve un territorio fantasma y en cuestión de aseo urbano hemos retrocedido, lo que nos expone a enfermedades peligrosas. Los vecinos deberíamos hacer todo el esfuerzo necesario para sacarnos de encima esta amenaza. La ley nos ampara y no hacerlo sería una irresponsabilidad colectiva.
Johnny Fernández es el mejor “caballo de troya” que tiene el gobierno de Luis Arce y su accionar es peligroso para los vecinos, pues está demostrado que este personaje no le tiene la menor estima a la ciudad.