Hace unos días dimitía el ministro de relaciones exteriores de Líbano Nasif Hiti, alertando sobre el riesgo de desintegración del país. La grave crisis económica, la hiperinflación, el Covid y el resurgimiento del terrorismo, agobiaban a esta nación del Medio Oriente que vivió una cruenta guerra civil entre 1975 y 1990, de la que no ha terminado de recuperarse. Dos días atrás, su vecino Israel, había intensificado los controles fronterizos ante la amenaza de un ataque terrorista de la agrupación Hezbolá. También se alertó sobre la presencia de grupos iraníes que financian a los extremistas que actúan en Siria y Palestina. Pese a todo, Jordania Líbano, son los países de aquella zona caliente que se han mantenido al margen de la violencia que algunos tratan de intensificar y masificar en esta guerra de civilizaciones en la que estamos envueltos desde hace años y de la que forma parte la pandemia y el denominado “virus chino”. El bombazo de este martes en Beirut puede que cambie e intensifique el conflicto global.