El Banco Fassil ha sido víctima de una serie de hechos desafortunados que ocurrieron al mismo tiempo y que nada tienen que ver con la solidez y la confianza que ha demostrado esta entidad financiera, que no es una recién llegada ni una extraña en el país, sino que lleva décadas de trayectoria y una enorme experiencia labrada en una de las instituciones más prestigiosas que ha existido en Bolivia, construida por personalidades del medio que precisamente continúan al mando.
Todo lo que sucedió es totalmente externo al Banco Fassil, especialmente la escasez de dólares, que es absoluta responsabilidad del gobierno nacional, pero que terminó afectando al pleno del sistema financiero privado. La saturación de las transacciones provocó algunos desperfectos que generaron confusión, pero fue especialmente dañina, la intervención terrorista de un sujeto con micrófono libre que, curiosamente, está ligado al régimen político hegemónico.
Para colmo, las autoridades nacionales demoraron demasiado en salir a calmar el público, no emitieron los mensajes que había que dar, conociendo perfectamente los antecedentes de Fassil. Pese a tener en la mano los datos que atestiguan la solvencia y la solidez del banco, dejaron que los rumores se propaguen sin control y simplemente atinaron a decir que los ahorros de la gente están plenamente garantizados por el estado, cuando lo lógico era decir que no había ninguna razón para temer, que Fassil está totalmente libre de cualquier peligro, observación o inconveniente que le impida cumplir con sus obligaciones.
Sin información suficiente, con el nerviosismo causado por el mal manejo económico que ha estado haciendo el gobierno y sin la oportuna intervención de las autoridades directamente relacionadas con el sector financiero, es lógico que algunos se asusten y otros traten de aprovecharse del tumulto para difundir alegremente rumores sin fundamento, como si no supiéramos lo delicado que es para todos, poner en peligro una entidad financiera de las dimensiones de Fassil.
Afortunadamente también hay personas y empresas que no sólo conocen los antecedentes de los ejecutivos, accionistas y todos los que conforman Fassil, sino que saben muy bien lo difícil que es construir un prestigio y la fragilidad que tiene este valor ante circunstancias que escapan de la buena voluntad y del arduo trabajo que ha implicado consolidar una entidad financiera que se encuentra en los primeros lugares de confiabilidad. Todos ellos han salido valientemente a dar la cara, a demostrar su confianza y a empeñar su nombre a favor de quienes, estamos seguros, tienen la moral, la capacidad y la valentía para superar este trance. El gobierno y los que suelen actuar alegremente con el dinero y los negocios de los demás, deberían tener en cuenta que en economía todo está interconectado y que el perjuicio de uno afecta al resto y cuando hay prosperidad, el conjunto también se beneficia.
Afortunadamente también hay personas y empresas que no sólo conocen los antecedentes de los ejecutivos, accionistas y todos los que conforman Fassil, sino que saben muy bien lo difícil que es construir un prestigio y la fragilidad que tiene este valor ante circunstancias que escapan de la buena voluntad y del arduo trabajo que ha implicado consolidar una entidad financiera que se encuentra en los primeros lugares de confiabilidad.